ANA MARIA SEGHESSO
La
sentencia popular “La historia se repite” está a la base del razonamiento
astrológico.
La
Conjunción de los planetas Júpiter y Saturno determina precisos momentos
históricos que otorgan a períodos de aproximadamente 200 años, características
que fueron catalogadas según los cuatro elementos
·
fuego, tierra, aire y
agua
analizados
en post anteriores.
ALQUIREM
Años de la conjunción de los planetas superiores, Júpiter y Saturno, correspondientes al IMPERIO ROMANO.
FUEGO -781 74
TIERRA -582 253
AIRE -344 452
AGUA -165 630
Como
hemos visto anteriormente, el Calendario fue una consecuencia de la aspiración
humana de medir y organizar el tiempo según el movimiento de los astros y de
las luminarias.
Pero
una vez obtenidos los datos astronómicos fundamentales, las mentes creativas de
astrónomos y matemáticos babilonios y caldeos, confrontaron situaciones
amplias, que se repetían a distancia en
el tiempo.
Comprobaron
que existía un ritmo en las guerras,
carestías, pestilencias, terremotos o inundaciones y las confrontaron con los
movimientos de los planetas y el período que empleaban para cumplir sus ciclos.
Fueron
también analizados los Eclipses, según su posición en el cielo, duración, sitio
de los planetas y relación geográfica.
Los
principios interpretativos se basaban
·
en lo positivo o negativo inherente a cada signo
·
en la relación Cielo – Tierra
·
en la relación Signo – Presagio
Los
expertos en cuerpos celestes en el tercer milenio antes de Cristo, habían
clasificado ya los planetas en
·
benéficos o pródigos
· malignos, inclementes
o severos
Con
la invención del Zodíaco y con las configuraciones matemáticas a él vinculadas,
de trino, cuadrado, sestil, etc., el acto interpretativo se transformó en una
actividad especializada que solo una intensa preparación permitía ejercitar.
***
CICLO DE TIERRA EN EL IMPERIO ROMANO
Desde 253 a 452 d.C.
El
período de los siglos III y IV del Imperio Romano, coincide con una crisis
económica debida a varios factores, uno de los cuales fue la invasión por parte de numerosos pueblos del norte, quienes
traspasando las fronteras desafiaron el poderío imperial.
La
rapidez y diversidad con que se sucedían las incursiones de los invasores, que
se dedicaron a la violencia y al pillaje
desde la mitad del III siglo, no daba tiempo a los gobernantes para reflexionar
sobre las medidas administrativas
necesarias para afrontar la amenaza.
“No había
tiempo suficiente para intervenir de manera conceptualmente ponderada sobre la
estructura administrativa y militar del Imperio; los llamados “emperadores soldados”
transcurrieron gran parte de su período de gobierno, en marcha, apurándose de
un teatro de guerra al otro”. [1]
Diversamente
de los ejércitos de invasión del alto Imperio, las tropas en el siglo III se
movían al interno del Imperio, y eran casi todas bajo el comando directo del
Emperador.
La
estrategia defensiva dinámica era desde un punto de vista logístico, muy
exigente y por lo tanto sumamente dispendiosa.
Aumentaron mucho los gastos del personal puesto que se crearon nuevos repartos y se aumentaron repetidamente y de modo contundente las retribuciones a los soldados.
El
miliciano regular recibía además compensaciones extraordinarias, cuyo monto
resultó superior al pago básico.
Para
lograr pagar los gastos, que superaban ampliamente los ingresos, los
emperadores del siglo III, retomaron la práctica, ya usada anteriormente, de reducir el peso de las monedas y disminuir
el contenido de metales nobles.
Se sirvieron de este medio a tal punto que las monedas de plata en los decenios 270 y 280, contenían solamente del 2% al 5 % de plata.
Finalmente
el emperador Lucio Domicio Aureliano (214 o 215, 275), reformó todo el sistema
monetario del Imperio, logrando corregir parcialmente la crisis que generó la
inflación de la moneda.
Lo
analizaré en el próximo post.